Novena Virgen Milagrosa

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA


MODO DE REZARLA: 1. Acto de Contrición. 2. Lectura del día. 3. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: "Oh María sin pecado concebida, Rogad por nosotros que recurrimos a Vos", 4. Súplica a Nuestra Señora. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.


ACTO DE CONTRICIÓN

 

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo firmemente nunca más volver a pecar y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos; confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Ofrezco mi vida, obra y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Y así confío en que por vuestra infinita bondad me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

 

Primer día – Primera aparición: Contemplemos a la Virgen Inmaculada en su primera aparición a Santa Catalina Labouré. Guiada por su Ángel de la Guarda, la piadosa novicia es presentada a la Inmaculada Señora. Consideremos su inefable alegría. Nosotros también seremos felices como Santa Catalina, si trabajamos con ardor en nuestra santificación. Gozaremos de las delicias del Paraíso, si nos privamos de los gozos terrenos. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Segundo día – Lágrimas de María: Contemplemos a María llorando por las calamidades que vendrían sobre el mundo, pensando que el Corazón de su Hijo sería ultrajado, escarnecida la cruz y perseguidos sus hijos predilectos. Confiemos en la Virgen compasiva y también participemos del fruto de sus lágrimas. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Tercer día – Protección de María: Contemplemos a nuestra Madre Inmaculada diciendo a Santa Catalina en sus apariciones: “Yo misma estaré con vosotros: no os pierdo de vista y os concederé abundantes gracias”. Sed para mí, Virgen Inmaculada, el escudo y la defensa en todas las necesidades. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Cuarto día – Segunda Aparición: Estando Santa Catalina Labouré en oración el 27 de noviembre de 1830, se le apareció la Virgen María, hermosísima, aplastando la cabeza de la serpiente infernal. En esta aparición se ve su inmenso deseo de protegernos siempre contra el enemigo de nuestra salvación. ¡Invoquemos con confianza y amor a la Madre Inmaculada! Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Quinto día – Las manos de María: Contemplemos hoy a María despidiendo rayos luminosos de sus manos. Estos rayos, dijo Ella, son la figura de las gracias que derramo sobre todos aquellos que me las piden y a los que llevan con Fe mi medalla. ¡No desperdiciemos tantas gracias! Pidamos con fervor, humildad y perseverancia, y María Inmaculada nos las alcanzará. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Sexto día – Tercera Aparición: Contemplemos a María apareciendo a Santa Catalina, radiante de luz, llena de bondad, rodeada de estrellas, mandando acuñar una medalla y prometiendo muchas gracias a todos los que la lleven con devoción y amor. Guardemos fervorosamente la Santa Medalla, y cual escudo, ella nos protegerá en los peligros. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Séptimo día: ¡Oh, Virgen Milagrosa, Reina excelsa, Señora Inmaculada! Sed mi abogada, mi refugio y asilo en la tierra, mi fortaleza y defensa en la vida y en la muerte, mi consuelo y mi gloria en el cielo. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Octavo día: ¡Oh Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa! Haced que esos rayos luminosos que irradian vuestras manos virginales, iluminen mi inteligencia para conocer mejor el bien y abrasen mi corazón con vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

Último día de la Novena: ¡Oh, Madre Inmaculada! Haced que la cruz de vuestra Medalla siempre brille ante mis ojos, suavice las penas de la vida presente y me conduzca a la vida eterna. Tres avemarías, seguida cada una de la invocación: “Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos”.

 

 

SÚPLICA A NUESTRA SEÑORA

 

¡Oh, Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra!, al contemplaros con los brazos abiertos esparciendo gracias sobre los que os las piden, lleno de la más viva confianza en vuestra poderosa y segura intercesión, manifestada innumerables veces por la Medalla Milagrosa, aunque reconociendo nuestra indignidad por causa de nuestras numerosas culpas, osamos acercarnos a vuestros pies para exponeros durante esta novena nuestras más apremiantes necesidades (Se pide la gracia deseada). Escuchad, pues, ¡oh, Virgen de la Medalla Milagrosa!, este favor que confiante os solicitamos para la mayor gloria de Dios, engrandecimiento de vuestro Nombre y bien de nuestras almas. Y para servir mejor a vuestro Divino Hijo, inspiradnos un profundo odio al pecado y dadnos el coraje de afirmarnos siempre verdaderos cristianos. ASÍ SEA. Santísima Virgen, yo creo y confieso vuestra Santa e Inmaculada Concepción, pura y sin mancha. ¡Oh, purísima Virgen María!, por vuestra Concepción Inmaculada y gloriosa prerrogativa de Madre de Dios, alcanzadme de vuestro amado Hijo la humildad, la caridad, la obediencia, la castidad, la santa pureza de corazón, de cuerpo y de espíritu, la perseverancia en la práctica del bien, una vida santa y una buena muerte. Amén 

 

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