VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA
La Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa (asimismo, conocida mundialmente como Virgen Milagrosa, Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa o Virgen de los Rayos), es una advocación mariana basada en tres apariciones realizadas por la Madre de Jesús a Catalina Labouré entre julio y diciembre de 1830, en la Capilla de las Hijas de la Caridad ubicada en Rue du Bac 140 (París, Francia). De todas estas visiones ejecutadas destaca la segunda, la del 27 de noviembre, no solo porque en 1894 se estableció ese día como la festividad de la Manifestación de la Inmaculada Virgen de la Medalla Milagrosa, sino también por sus hechos, ya que en esa aparición nuestra Madre del Cielo dijo a Santa Catalina: "Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos, estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan". Después se formó alrededor de la cabeza de la Virgen un círculo con estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo...". Todo lo descrito anteriormente fue fundamental para el posterior conocimiento y reconocimiento de esta hermosa advocación debido a que en ese momento la Santísima Virgen mostró su enorme deseo y agrado por ayudarnos en todo momento; y además, lo hizo mandando acuñar una medalla, que con el tiempo, no solo se convertiría en una grata conmemoración de aquella aparición, sino que además sería una prenda de amor y protección. En 1947 el Papa Pío XII canonizó a Catalina Labouré. Al declararla santa aceptó que ella no mintió en lo que se narró acerca de la aparición de la Virgen, sino que esta aparición fue realmente verdad. Los maravillosos favores obtenidos con esta medalla y esta oración han venido comprobando que sí en verdad fue una visita que la Madre de Dios vino a hacer en favor de sus devotos.
Es esencial destacar, que la devoción hacia la Santísima Virgen, se produjo muchos años antes que las apariciones mencionadas anteriormente. De hecho, la evidencia más antigua hasta la fecha de esta invocación, se encuentra en un caso particular que se remonta a un papiro escrito en griego clásico, descubierto cerca de la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco. En este pergamino se encontró la conocida oración Sub tuum praesidium, cuyo texto completo en latín es: Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genitrix. Nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus nostris, sed a periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta, y su traducción es: "Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, sino líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!". El escrito original: Ὑπὸ τὴν σὴν εὐσπλαγχνίαν, καταφεύγομεν, Θεοτόκε. Τὰς ἡμῶν ἱκεσίας, μὴ παρίδῃς ἐν περιστάσει, ἀλλ᾽ ἐκ κινδύνων λύτρωσαι ἡμᾶς, μόνη Ἁγνή, μόνη εὐλογημένη; contiene una palabra fundamental: Θεοτόκε (Theotokos - Madre de Dios), ya que, con este término, se le concede solemnemente el título a María en el Concilio de Éfeso de 431 al ser proclamado el dogma cristológico, y, desde al menos el siglo III, muchos Padres de la Iglesia primitiva emplearon el título de Madre de Dios al referirse a María. Ejemplos de esto incluyen a: Orígenes de Alejandría, quien fue el primer autor conocido en utilizar "Madre de Dios" para referirse a María en sus Homilías sobre el Evangelio de San Lucas, traducidas del griego al latín por San Jerónimo hacia el año 220. El texto sugiere que esta expresión no generaba controversia entre su audiencia; Dionisio de Alejandría utilizó el título "Madre de Dios" en una epístola dirigida a Pablo de Samosata alrededor del año 250; Atanasio de Alejandría en 330, Gregorio el Teólogo en 370, Juan Crisóstomo en 400 y San Agustín también emplearon el título de Madre de Dios para referirse a María en sus escritos; Teodoreto afirmó en el año 436 que llamar a la Virgen María "Madre de Dios" es una tradición apostólica; La Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (Theotokos) se inició en las Iglesias orientales alrededor del año 500. En el rito romano se celebraba el 11 de octubre; no obstante, con la reforma de Pablo VI, Juan Pablo II lo trasladó al día de la octava de la Navidad, 1 de enero.
"¡Bendita tú eres entre todas las mujeres!, Has sido íntimamente asociada a toda la obra de nuestra Redención. Asociada a la Cruz de nuestro Salvador: Tú corazón fue traspasado junto a su corazón. Y ahora, en la gloria de tu Hijo, no cesas de interceder por nosotros, pobres pecadores. Velas por la Iglesia, de la que eres Madre. Velas por cada uno de tus hijos. Y alcanzas de Dios, para nosotros todas las gracias, que simbolizan los rayos de luz que emergen de tus manos abiertas. Con la sola condición: que nos atrevamos a pedírtelas, que nos acerquemos a Ti con la confianza, el atrevimiento, la sencillez de un niño. Y así nos llevas sin cesar hacia tu divino Hijo". Juan Pablo II en su visita el 31 de mayo de 1980 a la Capilla de la Medalla Milagrosa en París.